ETAPA 3: SAN SEBASTIÁN (DONOSTI) - ORIO

La Salida de Donosti es deliciosa, dulce, aunque algo dura. Las playas solas, despertándose, con un frescor cálido que te abraza y te electriza al mismo tiempo, te dejan una extraña sensación de magnetismo que te intenta atrapar. No es extraño ver algún peregrino en la playa  absolutamente vacía, meditando su despedida.

   

Playa de Ondarreta. Salida al amanecer. Soledad ordenada.

Inmediatamente se empieza a subir el monte Igueldo por una zona residencial de alto nivel. acompañando algunos tramos por un bosquecito sabrosísimo. Y muy pronto vuelves a reencontrarte con el mar en una etapa de la cual es difícil dejar la cámara a un lado, porque cada paso te enseña un nuevo paisaje, un nuevo enfoque, una nueva toma impresionante.

 Poco después, en esa subida, pasamos por la calle de uno de los peregrinos que han ayudado a marcar el camino de santiago por aquellos lugares. No falta delante de su casa una silla para descansar, agua para beber, recomendaciones escritas sobre las etapas, y un sello para sellar. Tuvimos la suerte de encontrárnoslo, y nos dio un fuerte abrazo, físico y moral, a todos los que ibamos en grupo. Un personaje simpático, cariñoso, y rápidamente entrañable.

Recibiendo consejos, cariño y fuerza de un peregrino vasco que vive al lado del camino.

Montones de tradicionales caseríos, prados verdes, y mares turquesa te van a ir acompañando al principio de toda esta ruta. Caballitos, vacas y gallinitas sentadas entre hortensias. Sus huevos deben ser relajantes, pues solo verlas ya te impregnaban con esa sensación. 

Me la pido para cuando me jubile...

Gallinas en un Gallinero-Spa.

Llegas con el tiempo a una fuente, la fuente del peregrino, lugar idóneo para descansar. El peregrino que nos atendió a la salida la había habilitado con unos troncos para sentarse. Es un rinconcito a la sombra ideal para hacer un pequeño paréntesis, relajar los pies, y refrescarse. 

Peregrinas mataroninas maldiciendo sus mochilas.

Fuente del peregrino.

 Y poco después llegamos a Orio, al albergue privado de Rosa, situado antes de entrar en la población, lugar donde decidí quedarme debido a las recomendaciones de diversas fuentes. Privado, pero muy acogedor y cuco, limpio...y con ducha con hidromasaje!!! Mmmmmmmmmmmmm. Por un precio más que razonable Rosa te atienda, te acoge en su albergue y te anima para las próximas etapas.

Llegada al Albergue de Rosa, en Orio.

Para comer decidimos bajar a la ría, donde hay diversos restaurantes con menús económicos. Estuvimos paseando por el pueblecito, y compramos algo de fruta, que iba a ser la base principal de nuestra cena. Si lo prefieres, Rosa también prepara cenas en el albergue. 

Extraña placita de Orio que rememora la caza de ballenas del siglo XIX.

 Interesante fue mi primera experiencia con la GALERNA. En menos de 15 minutos, un día soleado desaparece, se llena todo de nubarrones, y todo por culpa de ese viento fuerte del norte, que trae nubes, lluvia y algo de frío, y que se lo lleva todo tal como lo ha traído un ratito después. 

Memorable también fue la comida, hablando y riendo de todo, en la casetita que Rosa tiene habilitada para ello. Quiero recordar el parchís por la tarde, y las tonterías y fotos con frutas varias que hicimos entre todos. Esos recuerdos te animan los momentos tristes de la realidad hibernal, y por esos momentos merece la pena hacer el camino en verano. 

Grupo de malagueños maratonianos que siempre iba por delante.

The Catalan team.