ETAPA 10: BILBAO - PORTUGALETE

Lo bueno de dormir en el albergue municipal, alejado fuertemente del centro, es que ya tienes solucionada la salida, y no te queda la hora de camino que supondría salir del mismo centro de Bilbao. Solo te quedan unas pocas calles por ese barrio marginal del cual hablé en la otra etapa, lleno de chabolas, y chamizos.

Se hace extraño ver que hay  casas de este tipo en pleno nucleo úrbano, aunque sean las afueras.

Al salir uno puede escoger tres opciones, para hacer esta ruta. La primera consiste en ir en tren hasta Portugalete, y continuar la ruta hasta Pobeña. La segunda es siguiendo la ría, la ruta más fea pero más segura, porque no tiene pérdida. Y la tercera es segur las indicaciones de la flecha amarilla, que te lleva por la montaña,  y que tiene un par de variantes. Yo escogí la tercera, a sabiendas de que iba a ir muy solo, en parte porque las personas que me habían acompañado la mayoría de la ruta lo habían dejado en bilbao, y en parte  porque en general la gente escoge el tren o la ría.

Una vaca en el camino, me enseñó que mi destino...

Sin embargo, esa soledad fue bastante pasajera. Muy pronto, en la subida a la iglesia de Santa Ágata -una subida durilla, pero corta- me encontré a un par de peregrinos muy simpáticos: un chico que hace "coaching," muy interesante y divertido, y una guapa malagueña que iba con él, mucho más tímida que éste.

Hemos ido los tres juntos la mayoría del camino, y nos hemos perdido varias veces. El camino de Santiago por Bilbao te empieza a hacer entender una cosa: Una cosa es la ruta marcada, otra cosa es la ruta que el paseante te va a decir que es la original y verdadera, aunque no esté marcada, y otra es la que el paseante, con toda su buena voluntad, te va a OBLIGAR  a tomar. Por mucho que tu le digas : "Sí, vale, pero dónde están las flechas del camino", el educado y amable paseante vasco te va a decir "Tú no les hagas ni caso, a las flechas, y tira por aquí, que llegas más rápido". Educado, pero poco esclarecedor.

Eso sin duda fue lo  que nos hizo que nos perdieramos varias veces, buscando un carril bici que nos ha vuelto bastante locos. Al final llegué a Portugalete, que aunque era una ruta corta, era mi puesto de llegada. Daniel y Paula, mis acompañantes momentaneos, siguieron la ruta y yo me quedé allí.

David y Paula, camino a Portugalete, por el carril bici.

Una paloma con mucha educación viaria.

L'amour a Portugalait.

Vistas desde el albergue. 

Portugalete tiene un par de cosillas interesantes para visitar: un reducido nucleo medieval de calles, y el famoso puente colgante que une Portugalete con Getxo, el lugar de donde en principio uno debe de venir si viene recorriendo toda la ría. En mi caso, tuve la suerte de encontrar un ambiente de prefiestas muy agradable. El albergue es correcto, aunque algo frío de ambiente: una hospitalera con poco carácter de hospitalera nos atendió, pero la unión entre los peregrinos es escasa, porque hay muchas caras nuevas, y gente desubicada. Entre ellos estaba yo. 

Nuevo grupo de peregrinos catalanes -de igualada- que encontré en mi camino.

Entrada del albergue.

Detalle de la entrada del albergue.