ETAPA 18 :COMILLAS - SAN VICENTE DE LA BARQUERA


La salida de Comillas es deliciosa, saliendo por las calles que te llevan al palacio de de Sobrellano. Yo desayuné tranquilamente en el centro, porque quería hacer una etapa tranquilita, con solo 11 kilómetros, hasta San Vicente de la Barquera. 
Palacio de Sobrellano, lugar de obligada visita en Comillas.
Se sigue por un bonito carril de paseo que te lleva por el parque natural de Oyambre, que en el fondo es todo un entorno muy húmedo que rodea a toda la bahía de Comillas, dejando atrás dos rías maravillosas. 



Las flechas tu sombra, y tú. La compañía justa para no sentirse sólo.

Parque natural de Oyambre, lleno de pájaros migratorios.



Luego vas subiendo poco a poco por un bosquecito muy distraído, alternando a ratos el mar y el bosque, el sol y la sombra. 

Las vistas de la bahía de Comillas son muy agradables.

Por otro lado, los impresionantes picos de Europa se dejan entrever. Realmente impresionan, incluso de lejos.

Pasiego volviendo después de una jornada de campo.

Este camino te va arrastrando poco a poco, y antes de que te des cuenta te encuentras en San Vicente de la Barquera. Yo, que venía algo tocadito del tendón de Aquiles, tenía bastante claro que iba a descansar allí, pero si uno está con fuerzas puede estar un ratito por allí, y luego continuar hasta Serdio, a unos siete quilómetros, o incluso Colombres, si uno se encuentra muy fuerte y tiene ganas de caminar y caminar. 

Primeras vistas de San Vicente y su famoso puente romano.

Subida hasta la zona histórica, donde se encuentra el  albergue.

Sube, sube, que aún queda.

Albergue de San vicente, abajo, entre las piedras. Arriba, escuela de vela. 

El albergue, que está en la parte alta de San Vicente, está abierto desde pronto, porque no es municipal, sino privado. Yo llegué con serios dolores en el talón, me situé, y comí en un restaurante de la zona baja.  En San Vicente te encuentras el polémico albergue de Luís y Sofia. No está mal -quizás algo más sucio y desordenado de lo que incluso un peregrino desea esperar- pero el verdadero problema son las formas en el trato, que pierden al pobre hospitalero, Luís, quien tenga o no tenga razón en sus discusiones la pierde totalmetne con sus caras, sus ex-abruptos, y sus explosiones de humor.

El alma positiva del albergue suele recaer en la esposa, que se dedica con paciencia inquebrantáble a curar las ampollas de los peregrinos. 

Sea como sea, el albergue ofrece desayuno y cena. Si uno no tiene ganas de polémicas, acepta la cena por 5 euros. Si en cambio uno desea ser rebelde -con causa- puede obviarla, y analizar las expresiones del hospitalero. 


Después de comer subí y di una vuelta por la zona histórica de San  Vicente, es decir la iglesia -gratis para peregrinos con credencial-, el castillo y la muralla.


Por la tarde, estuve hablando con Manuel, un psicoanalista sevillano que se me escapó sin que le hiciera una foto, y con un ciclista alicantino de conversación agradable que había recorrido varios caminos.



Y por la noche, después de hacer estas fotos, me animé en una divertida conversación llenas de juegos idiomáticos con mis compañeros madrileños, Christelle, la francesa, la irlandesa Sinnead y Miko el finlandés. Hay que reconocer que el albergue se presta a la conversación agradable, al conocimiento íntimo, a la charla relajada. 


2 comentarios:

  1. Hola Carlos! Me parece fantastico tu Blog y la manera en la que transmites cada paso de tu camino, acompañando de reflexiones y fotos que dan solo ganas de ponerse en marcha. Estoy planeando hacer parte del camino del norte durante agosto de este año, dispongo de unos 20 días. En un principio pensaba partir desde Gijón hasta Santiago/Fisterra pero a juzgar por las imágenes me llama un poco mas la atención la primera parte del camino, atravesando el país vasco y Cantabria. Podrías darme algún consejo? Te agradezco por compartir toda esta información!

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    1. Hola Rodrigo. Gracias por tus halagos. Es un placer saber que sigue habiendo gente que lee mi blog, y con ese interés.

      Efectivamente, tal como dices, las sensaciones que recuerdo de la parte del camino vasco son muy bonitas y especiales, ya que pasas por unas zonas y unos paisajes verdaderamente preciosos. El PAis vasco cuida sus rutas, y valora el senderismo en general, y el camino del norte en particular.

      A diferencia del País Vasco, la sensación personal que a mí me quedó -y no quiero ser polémico, pero es una opinión- es que quizás Cantabria ni Asturias no se hayan dedicado tanto al Camino de Santiago, porque para excursionismo y senderismo ya tienen de sobras con los Picos de Europa. Eso ha hecho que la ruta del Camino, al pasar por estas comunidades, esté más acompañadas de carreteras comarcales. Otra posible opción es que las antiguas sendas y senderos se hayan acabado asfaltando para ayudar al cultivo y la ganadería del entorno, debido a las lluvias. En especial, recuerdo con un horror especial la etapa Gijón-Avilés, que como habrás visto, me dejó una huella terrible en la memoria. Quizás hayan conseguido una via diferente, desde entonces...pero si continúa por el mismo trazado, mi sensación fue la de una etapa bastante áspera.

      En conclusión, te animo a empezar por el principio, y sin prisa por llegar. Como ya has visto, yo suelo hacer las etapas muy cortas -en especial las dos o tres con las que comienzo: suelo dividir una etapa "de guía" en dos, para ir acostumbrando el cuerpo, los pies y las piernas a la mochila y el camino, y de esa manera no tengo ni ampollas ni tendinitis-.

      Mis consejos no van más allá de los que te pueda dar cualquier peregrino, o encuentres en cualquier guía. De los técnicos físicos: llevo un 10 % del peso de mi cuerpo en la mochila, no camino más de dos horas, o dos horas y media sin descansar , y si es verano en el descanso siempre hago el mismo proceso: fuera botas, fuera calcetines, refresco pies. Un poquito de vaselina, vuelvo a poner calcetines -que se han secado un poquito en esos minutos- y botas. Mimo mucho mis pies, y me lo agradecen. En cuanto a los consejos psicológicos: camina con los cinco sentidos: escucha, habla, ve en silencio, mira, toca, respira, huele, ...y sonríe. Si algo/alguien no te deja hacer alguna de las cosas que acabo de decir, aléjate discretamente. Si alguien/algo te ayuda a intensificar tu camino, agradécelo.

      Y poca cosa más. Osti, sí. Como mínimo una comida/cena cada dos días en algún buen bar de la zona. Personalmente, el camino también debe ser un camino gastronómico. Si te lo puedes permitir, el camino también puede ser un regalo para los sentidos gustativos.

      Aupa. ¡Buen camino, peregrino!

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