ETAPA 21: LLANES -PIÑERA

Curioso camino, éste. Este año, y a pesar de llevar ya varias etapas, no he acabado de encontrarme en ningún grupo. Precisamente por eso, y por mis leves dolores en el tendón de Aquiles, he tomado la decisión de acortar la etapa, que en principio estaba prevista hasta Ribadesella. Aquí, en el camino de este año, nadie me necesita, ni me echará de menos, y yo sí me necesito mucho , y me echo muchísimo de menos. Por lo tanto, así lo he hecho, y me he marcado como meta Piñeres de Pría, que estaba a unos 20 km. 

La luz del amanecer da un tono encantador a los primeros pasos por el camino de Asturias.


La etapa, de hecho, no tiene nada que ver con la de ayer, que fue bastante agreste en sus calores, escasa en sus colores, y dura en sus esfuerzos. Hoy, al acortarla, se ha hecho más intensa, más agradable, más bonita. He recuperado la Asturias que yo imaginaba, una Asturias que te mima y te comprende, una Asturias que te mete en senderos oscuros, protegido del sol por bosques de ribera, o te lleva por una senda al lado de un prado, con las montañas de los Picos de Europa de fondo. 


Se sale suavemente de Llanes, acompañado por unas flechas que intentan siempre sacarte de las carreteras y las sendas asfaltadas, y te intentan meter por bosquecitos, o vistas de playa. Así es por ejemplo a la llegada a Poo de Llanes, con una playita muy cerca. En los kilómetros siguientes a Poo acabas pisando una pequeña cala, y viendo de cerca un par más.

Albergue privado de Poo de Llanes. Recomendable para los  playeros.




Poco después se llega a Niembro, un pueblecito con unas vistas deliciosas. No se llega a entrar en él, pero las vistas desde la carretera, con la ría y la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores de fondo, son espectaculares.

El camino te regala a menudo unos paisajes deliciosos.

Foto "photoshopeada" para dar un tono encantador a algo que ya lo es.


Aún tiene uno fresco la memoria del paisaje visto en Niembro, cuando un ratito más tarde, saliendo del bosque nuevamente, encuentra a la derecha las ruinas del antiguo monasterio de San Antolín. Quien tenga predisposición a soñar, a imaginar, la cabeza se le irá imaginando qué ha pasado entre esas paredes. Una lástima que esté pintarrajeado. Las ruinas, de lejos, ya embellecen el ambiente por sí solas.


Monasterio de San Antolín

A pocos metros cae uno en la carretera, para ver a la derecha la playa de San Antolín. Gratos recuerdos me arrastraron a ella, y a descansar unos minutos en el chiringuito de allí. Recordar buenos momentos, desayunar, refrescar los pies, y continuar. Ojo, a la salida hay un par de flechas mal puestas. Mejor preguntar en el bar el camino.

Playa de San Antolin. Ría y mar. Agua dulce y salada. 

Ya en Llanes nos habían avisado que en el pueblo siguiente, Nava, eran fiestas. Se prometía interesante. Pasé por allí sobre las doce de la mañana, demasiado pronto para la "espichá" de nosecuantos mil litros que se iba a hacer por la tarde. Sin embargo, llegué a punto de la misa, con un pase de gaiteros en trajes tradicionales. Muy monos todos. Y simpáticos, eso sí. Gente maja, la de los pueblos, como se nos ha olvidado ya a los de ciudad.


Buscando una mano materna

Orgullosa de su vestido.

Orgulloso de su gaita.

Estuve un ratito haciendo fotos por allí, y luego continué mi camino. Nuevamente la sombra me acompañó, y tuve la ocasión de ver a un grupito de cabras paseando por el camino. Ellas, tímidas, se acabaron escondiendo en cuanto me vieron, excepto alguna que otra más atrevida, o más hambrienta, que no pareció importarle que le hiciera alguna foto, más o menos movida.




Nueva de Llanes es un pueblo que, a pesar de no aparecer en ningún sitio, tiene cierto encanto asturiano, y bastante animación. Barecitos, restaurantes...pueblo interesante para veranear, y que me sedujo lo suficiente como para que decidiera comer allí, y dar por sentado que me quedaría a dormir unos pocos quilómetros después en Piñera. 

Iglesia de San Jorge, en Nueva


El albergue de Piñera es privado, y consiste en un par de casetas en el mismo jardín exterior de la casa privada de la familia dueña. Por lo tanto te sientes muy bien acogido. Limpio y cuidado. 

A nivel particular, aquel albergue fue el comienzo REAL del camino. Allí, por fin, entré en lo que yo esperaba del camino. Conocí a la encantadora Eva, la DINAMARQUESA, y a Marvin, el joven cantor alemán. Con ellos me sentí muy a gusto, y por fin intimé, en una conversación que iba más allá del paisaje, del sudor, de las piedras del camino. Allí por fin el camino llegó hasta su cuarta pregunta. Hasta ahora la gente solo me había preguntado de dónde era, a dónde iba a dormir, y dónde había empezado el camino. Allí, por fin, empezamos a preguntarnos la verdadera pregunta: ¿por qué haces el camino? . Pregunta sin respuesta, a veces, o pregunta que requiere de todo el camino, o de parte de sus etapas, para irla respondiendo. Pero pregunta necesaria, indiscutiblemente, y que hasta ahora la gente había evitado, dormido, silenciado. 

Los encantadores Marvin, alemán, y Eva, danesa. 

Las preguntas y las respuestas se fueron sucediendo hasta bien entrada la noche. Buena conversación y buena compañía, como no podía ser menos en el camino.


5 comentarios:

  1. Hay muchas guías del camino, pero la tuya tiene algo especial. Gracias por compartirla.

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    1. Muchísimas gracias, Miguel. En principio nació como un fotoblog, pero luego me di cuenta de que mucha gente busca opiniones sobre el camino, así que la cosa fue creciendo así. No pretende ser una guía exhausta, pero sí que puede servir a gente a animarla a hacer el camino, y a evitarle algunos malos tragos. Me halagas. Gracia por leerla. Compártela entre tus conocidos peregrinos.

      Buen Camino.

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  2. Muchas gracias por todos tus comentarios. Con comentarios así, el trabajo hecho merece la pena. Si me dejas aconsejarte, te recomendaría replanificar tu ruta. Es un delito empezar en Santander, y dejar atrás tanto el albergue de Güemes, como los maravillosos 15 km entre Güemes y Santander. De verdad merece la pena.

    El resto está en tus manos. Y en tus pies. Y en tu sonrisa. Respira profundo a cada paso. Siénteme a tu lado, en silencio. Déjame, al menos, acompañarte de esta manera. Y abrígate, que hacer el camino en noviembre es un verdadero reto. Suerte, y buen camino.

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