ETAPA 22: PIÑERA - SAN ESTEBAN DE LECES

Día interesante, y bonito. La mañana ha sido muy agradable, variada, e intensa. Ha tenido dos partes, claramente separables. 

En la primera parte he ido sólo, y ha sido muy tranquilo. He vuelto a pasar por bosques y caminos deliciosos, cubiertos de sombras deliciosas que te hacen desembocar en Ribadesella.


Vista del albergue privado de peregrinos de Piñera. Son las dos casitas anexas a la casa particular de la propietaria.
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La curiosidad fotografió al caballo...

Antiguo puente medieval por donde pasaba el peregrino.





Ribadesella es una ciudad muy dominable, agradable de pasear, sobretodo por la parte donde no hay playa, el casco antiguo. Allí, en la oficina de turismo, me volví a encontrar Sinnead, la irlandesa errante, y a Miko, el finlandés, encuentros que siempre son mágicos, sorprendentes, maravillosos. Fuimos a desayunar juntos en una pastelería de allí muy mona, y acabamos encontrándonos todos: Eva, Marvin, Julio, Elisabeta... Un ratito de descanso impresionantemente motivador. Una delicia de esas que el camino te tiene reservado, por su improvisación, por el derroche de alegría que todos lanzamos, etc.

Abstracciones asturianas.


De izquierda a derecha, Julio, Miko, Sinnead, Eva, Elisabeta, y Marvin.

Después del maravilloso desayuno, me fui a pasear por Ribadesella, que tenía muy buena pinta. Pasé el puente y me fui a la zona de playa, y fui subiendo hasta San Esteban de Leces, en una cuesta algo importante, pero aceptable.

Casucas del casco viejo de Ribadesella




Camino hacia San Esteban de Leces

Al fondo, San Esteban; a la derecha, el camino que continua.




La tarde fue muy agradable. El albergue es una vieja escuela sin usar, con grandes salas habilitadas para dormir. nada del otro mundo, pero con un patio interior muy agradable. Un sitio tranquilo y pausado para quien no busque mas que un poqutio de charla con los peregrinos, o reflexión interior. Allí encontré a un joven catalán con los pies destrozados, ejemplo de cómo alguien puede hacer el camino sin conocerse, y acaba abusando de su cuerpo, de su mente, y que no pudo continuar al día siguiente. También estaba allí Eva, y unos cuantos más con los que compartimos cena, ya que se podía pedir algo y te lo traían en furgoneta. Allí estuve hablando con los madrileños, y con el grupito de la cena del que remarco a un inglés "neohippie" algo soberbio, y sobretodo a David, el chico belga, pianista, discreto, y que transparentaba buena esencia por todas partes. 

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