ETAPA 31: RIBADEO - LOURENZÁ

Salir en primavera de Ribadeo no significa lo mismo que salir en verano. Sin embargo, en verano es posible que llueva, y en primavera, casi seguro. Me levanté con lluvia, una lluvia suave, pero que se me presentaba como protagonista induscutible de la última parte del camino. 

Así que salí del albergue, vestido, por primera vez, con capa de agua y chubasquero con pantalones impermeables. La salida de Ribadeo es poco clara, pero había un papelillo en el albergue donde se anunciaba un hostal, y que tenía marcado el camino por el pueblo, así que me fue muy útil. 


la lluvia cubria todo el terreno, amenazando quedarse todo el día. Sin embargo, no fue así. Pero, sin duda, iba a ser una buena prueba inicial para ver cómo me iba a encontrar caminando bajo la lluvia. Con los pantalones de agua, el chubasquero, y la capa de agua, todo fue correcto. Las botas se me acabaron humedeciendo, pero no fue grave. La capa de agua fue perfecta para que la humedad no entrara en la ropa.

Desde Ribadeo, vas ascendiendo lentamente, hasta tener unas vistas agradables. Vistas que sirven para descansar de la suave pero persistente subida. En el camino no solo se debe mirar para adelante, que es el objetivo, sino para detrás, sobretodo si es para tener vistas dulces como las de aquí. Aplíquese a la vida, también, si se desea.


Salida de Ribadeo. Vistas de la Bahía.



El tiempo se fue mejorando, aunque nunca dejaba de amenazar. El quitar y poner la capa de lluvia se convirtió ya desde aquel día en un hábito, y muchas veces uno optaba por sudar un poquito, con tal de no ponerla y quitarla continuamente. De esa manera, las nubes se quedaron a tres metros sobre el cielo, vigilantes, expectantes, acariciciándote el gorro con sus  lametones húmedos de vaca-nube gallega.

Nube-vacas gallegas, pegaditas a nuestras cabezas.


Pronto descubrí los problemas secundarios de la lluvia. El camino no era camino, era barro. El camino no era camino, era arroyo por donde bajaba el agua. El camino no era camino, era charco. El camino no era camino, era arrozal empantanado. Y eso te ralentiza el ritmo, teniendo que escoger variantes, saltar charcos, evitar encerronas, y te moja las botas y los calcetines. afortunadamente, en esta ruta de hoy, los charcos fueron mínimos, aunque presentes.

El camino empezaba a sudar lluvia por todos sus costados.


Capilla en Ponte de Arante.


Finalmente, y después de pasar por poblaciones como Vilella, A ponte, y Villamartín, el día se fue arreglando. Seguí caminando con algo más de alegría en el paso y en el alma, y acabé encontrándome con el primero de mis arcángeles de la guarda, Rafael, un sevillano con poco pulmón que dedicaba parte de su vida a hacer el camino. Agradable, discreto, acabó siendo mi compañero intermitente de la etapa, cediéndome parte de un maravilloso bocadillo de lomo como almuerzo, antes de llegar a San Xusto, donde acabamos comiendo como locos

Poco a poco, el día se fue liberando de las nubes, que se alejaron algo más, pero nunca nos abandonaron.


Rafael, el peregrino-arcángel que me ayudó con medio bocata de lomo y su humor discreto y agradable.

. El bar en cuestión era el Bar la Curva, gestores también del albergue de Gondán. Comida muy recomendable, -esa sopa de cocido, con su cocido inacabable- y luego ya solo nos quedaba una horita hasta el albergue de Lourenza.

En Galicia y en Londres nunca hay que olvidar el paraguas. Los ingleses, sin embargo, son algo más elegantes.








Llegada a Lourenzá

El arcoiris empieza a aparecer, entre tanta locura de nubes, sol y lluvia.


Suave bajada que nos lleva hasta las calles de Lourenzá. 

Puente de acceso a Lourenzá. En primer término, la concha  de Santiago.

Albergue de Lourenza.

Hemos llegado los primeros a Lourenzá, a un albergue muy correcto, limpio, y abierto, pero vacío. Al ser los primeros hemos llamado al hospitalero, que nos ha avisado que llegaría a las siete para cobrarnos -curioso concepto en Galicia el de hospitalero: llego, veo, cobro y me voy-. A nuestra compañía se ha sumado la de un grupito de jovenes portugueses, y Elena y María, dos madrileñas que ya conocí en Ribadeo, y que ya llegaron algo tocadas en los músculos y sobretodo en los tendones. Ay, las tendinitis, eternas compañeras de los peregrinos presurosos.

Monasterio de San Salvador, en la parte central del pueblo.

El día ha acabado con una agradable ducha, un par de llamadas, y una visita al pueblo -mínimo- No debo dejar de recomendar el barecito que se encuentra en plena carretera que pasa por medio del pueblo, y que entre caña y caña, no paraban de ofrecer montaditos calientes. Cenamos allí por inducción, pues no era la intención, en principio, y nos fuimos a dormir rápidamente, porque el cansancio era notorio, y la etapa del día siguiente prometía. 

8 comentarios:

  1. Los ingleses son más elegantes...sobre todo los que van a Salou,desbordan elegancia y saber estar...

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    1. Jajajaj. Efectivamente, no recuerdo a ningún turista en Salou elegante con paraguas..ni sin él! Sin embargo, espero que nadie más se ultraje con el comentario, que está hecho con tono blanco e inocente. Simplemente me pareció bastante curioso la manera de llevar algunos abueletes lugareños el paraguas en la espalda. me pareció simpático, eficiente, ...pero muy poco estético. Claro que la estética, en este aspecto, debe dejar lugar a la eficacia y la comodidad! Si alguien se sintiera ofendido, pido mil disculpas!

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  3. Os recomiendo el "BAR CABALEIROS" para tomaros unas buenas cañas fresquitas y reponer fuerzas con un económico menú,(justo al pasar el puente) al lado podéis alojaros en HABITACIONES "O CAMIÑO", es fantástico, como en casa, trato acogedor, agradable. Son habitaciones bien individuales o compartidas. Tiene doce plazas y el precio es de lo mejor 11 € por persona.
    Buen camino, nos vemos en SANTIAGO.

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  4. Me olvidé algo muy importante, en HABITACIONES "O CAMIÑO", se cuenta también con cocina, baño, lavadora, garaje para guardar las bicis, todo lo necesario, para reanudar el camino, con buen ánimo.

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  5. Tuve la oportunidad de ir en verano lo único malo es que la Playa de las Catedrales tenía mucha gente pero lo demás espectacular desde el hospedaje hasta cada sitio que visité

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    1. ¡Gracias por tu aportación, Luís! ¡Tomo nota del hostal!

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