ETAPA 11: PORTUGALETE - POBEÑA

El camino va poco a poco recuperando su aspecto habitual, lleno de naturaleza, coloridos puros, y contacto con la tierra y el mar. Se sale de Portugalete por el mismo sitio de donde se viene, para volver a conectar con el bidegorri -carril bici en vasco- por el que se venía, que te va llevando poco a poco hasta Pobeña. 

Bidegorri a la salida de Portugalete. Te acompañará varios quilómetros alejándote de la naturaleza, pero también de las carreteras.




Conforme te vas alejando de Bilbao, el paisaje se va suavizando, y uno va acostumbrándose nuevamente a esas laderas de color verdoso domadas por el hombre, con cultivos, o pasto para diversos animales, desde caballos, ovejas....hasta cerditos vietnamitas, que no había visto en mi vida.


El surtido de animales domesticaditos en esta etapa es impresionante. Aquí, unos burritos vascos.





Yo de mayor quiero ser oveja

La llegada a Pobeña es deliciosa ,cayendo suavemente al mar, para llegar a la playa, y tener que quitarse las botas, atravesando paso a paso una playa tranquila y profunda. Llama la atención ese paso, porque es la primera vez que uno no se quita las botas para descansar, sino para caminar. Se hace emocionante sentarse, quitarse las botas,  y saber que uno camina a pie desnudo, en contacto con la tierra, como quizás hacían los peregrinos antiguos, cuando el calzado era en muchas ocasiones un lujo demasiado escaso. El tacto con la arena, no para tomar el sol, sino para andar, una de las acciones más simples y primitivas del ser humano, se hace casi sagrado. Todo esto no se piensa, sino que se siente, y solo con el tiempo entiendes por qué la sensación de frescura, la textura punteada de la arena, va más alla que esa sensación de frescura y de textura punteada.

Acceso a las cercanías de las playas de Pobeña




El camino pasa por la playa, y la tentación es inmensa. Un bañito, un descanso..mmmm.


He llegado pronto y tranquilo al albergue de Pobeña para encontrarme una mala noticia: Se da prioridad a los peregrinos que vengan desde Bilbao, sin saber si vienen en tren, andando ni nada de nada.La situación me parece exageradamente injusta, porque se premia hacer el camino de manera acelerada, sin importar las maneras. O sea que el peregrino que se esté planeando dormir en este albergue -que merece la pena, porque es pequeñito, tiene la playa al lado,  y es muy agradable- le aconsejo simplemente que salga de Bilbao, coja el tren hasta Portugalete, y desde allí llegue el primero a Pobeña, teniendo la plaza asegurada. Si te retrasas mucho viniendo de Bilbao, o vienes de Portugalete, a lo mejor te toca dormir en el pórtico de la iglesia. 

Finalmente conseguimos dormir todos dentro del albergue, a pesar de que algunos tuvieran que dormir en colchonetas en el suelo. Merece por lo tanto, si haces las etapas en agosto, ir analizando bien las etapas y sus tiempos. Si bien no suele haber mucha gente, tampoco hay muchas infraestructuras. A lo largo de la tarde empecé a conocer al nuevo grupo que se iba a formar hasta llegar a Santander, Elena, una madrileña física que se iba a vivir un tiempo al País Vasco, y a Dani, otro chico de Terrassa, gran corredor amateur. El nuevo grupo ya se está formando. 

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