ETAPA 25: DEVA - AVILÉS

No voy a seguir la explicación de esta etapa sin decir dos cosas. En primer lugar, recomendar fervorosamente que la gente no haga esta etapa, a no ser que sea terriblemente consciente de lo que va a hacer. Es una etapa totalmente insulsa, absurda, que te lleva al lado de nacionales con camiones, o por las afueras de Gijón, rodeando grandes industrias de acero, cimenteras...lo más espantoso que se le puede hacer a un entorno natural. Es por eso que esta etapa es una especie de "minuto de silencio", de etapa de luto, por todo lo que se ha destrozado.

Si a pesar de eso, te decides, como yo, a hacer la etapa, la segunda recomendación tiene que ver con su longitud. A pesar de que el camping de Deva es recomendable, por lo agradable del lugar, tener que llegar a Gijón y atravesar la ciudad hace que la etapa se eternice de manera muy desagradable. Y puesto que Avilés es también una ciudad que merece la pena pasear, lo aconsejable sería dormir en el mismo Gijón. Queda dicho.

Lo bueno de este día es que he conseguido juntar todo lo malo en un único día. 

1º La ruta sale del camping y en vez de llevarte hasta Gijón, te va llevando exactamente por la zona contraria, dando una vuelta absurda por toda una zona residencial que se alarga innecesariamente.

2. Una vez en Gijón, en vez de flechas te encuentras con las típicas conchas metálicas en el suelo, que desaparecen después de alguna obra del suelo o remodelación. Por lo tanto, es fácil perderse. Lo mejor es seguir la playa, y allí preguntar en la oficina del turismo por el Camino de Santiago y la salida. El camino se alarga algo, pero se ahorra tiempo.

Típica concha en Gijón que nos marca el camino. Difícil de ver.

3. La salida de Gijón es espantosamente larga, y posiblemente la más fea de todas las grandes ciudades de los caminos de santiago que yo he hecho, igualando la entrada de Burgos, o incluso superándolo.

4. Al salir de Gijón, tienes que atravesar Aceralia, una empresa que te deja un gusto de boca espantoso. Uno puede ver a partir de esto cómo el hombre puede destroar un paisaje idílico. Una verdadera lástima. 

5. Se sube al Monte Areo, en el único momento relativamente agradable de la ruta. Desgraciadamente ahi ya lleva varias horas perdidas de ruta, y está demasiado enfadado con eso como para poder apreciar un paseo por un agradable y sombrío bosque de eucaliptus.

Pequeño descanso entre industrias. Monte Areo.

6. La bajada es horrible, y muy mal señaladas. Después de varios problemas, decidí seguir la carretera, importándome poco si las flechas guiaban o no hacia allí. Desgraciadamente parece ser que efectivamente ese era el camino verdadero, aunque casi no había indicaciones. En conclusión, NUEVE quilómetros enteros en una carretera inhóspita, muy circulada por camiones, y pasando continuamente por industrias contaminantes y grandes edificios abandonados. 

¿Hay algo bueno? Claro. Me quedo con la conversación de una joven chica, en Gijón, que me preguntó sobre si podia hacer el camino del norte con su bulldog, o la conversación con la abuelita animándome a hacer el camino, y diciéndome que ella también era peregrina. o el de los ciclistas cerca de Avilés, animándome a continuar. Incluso el agradecimiento al camionero que me avisó justo antes de entrar por equivocacion en una autovía. Es en las peores etapas donde más se agradecen esos pequeños milagros.

El albergue de Avilés deja bastante que desear en cuanto a limpieza se refiere. Grande, con algunas duchas nuevas en el piso de arriba, pero con unas literas mejorables.

Por la tarde nos volvimos a juntar Eva, Sergio y yo. No tenía nada de hambre y solo bebí un poco de vino, pero tenía ganas de dar una vuelta, que sirvió como despedida. Fue muy agradable.