ETAPA 16: SANTANDER - SANTILLANA DEL MAR

Me desperté tranquila y sosegadamente, por dos razones. La primera es que había tomado la decisión de recortar la etapa. La segunda es que, como ya os he dicho en la etapa anterior, había dormido en una habitación de Santa Cruz de Bezama, para no dormir en Santander y tenía el desayuno pagado en el bar, que abría a las ocho. A pesar de que la opción más recomendable sea ir hasta Boo de Piélagos, por el espíritu peregrino que tiene, a  5 km más, no puedo dejar de aceptar que el trato en Santa Cruz de Bezama fue extraordinario. Son varias habitaciones en un piso, muy limpias, claras, nuevas, y Montse, la chica que lo regenta, es muy agradable.  Sin embargo, para aquel que salga de Santander, o del mismo Santa Cruz, a lo mejor le interesaría madrugar un poquito más, porque Santillana es precioso, y merece la pena llegar con cierto tiempo para descansar y pasear por sus calles.

Manifestación de vacas indignadas por la subida del iva en el pasto.

Saliendo desde Santa Cruz, se llega pronto a Boo de Piélagos, situado en un entorno muy bonito. Allí estuve hablando con la hospitalera, que me recomendó la opción de coger el  tren en poo hasta Mogro. Este trayecto de 2 minutos en tren, te ahorra 10 kilómetros de camino poco interesante, o tener que arriesgar la vida caminando por el lateral de la via del tren en el puente, cosa arriesgada y peligrosa, además de multable. Es lo que hice, y recomiendo. No soy amigo de coger trenes ni autobuses....pero...habiendo un puente, y no pudiendo pasar más que los trenes, tampoco se trata de hacer el patata. También se suelen coger las barcas a motor para pasar de un lado a otro de la ría, ¿no?


Sencillo: azul, verde y amarillo dan como resultado una belleza espectacular. Menos es más.


De Moghro a Polanco quedan unos 10 km, pero algunas personas no me recomendaron el albergue, por pequeño y poco acogedor. Como otras personas diferentes me habían dicho lo mismo sobre Queveda, me lancé a la machada de llegar hasta Santillana del Mar en una sola etapa. Más adelante lo acabé sufriendo.

Los maizales van a ser eternos compañeros en todo el camino del norte.

El camino de ese día, a pesar de todo, fue agradable. Compartí parte del camino conociendo a Christelle, una joven francesa, y la conversación nos llevó hasta un bar donde un par de peregrinas más estaban descansando, y con las que continuamos el camino. 



La llegada a Santillana del Mar fue agradable y fácil. Supongo que la conversación ayuda. 5 km antes de llegar me desmarqué del grupo, porque tenía ganas de descansar un poco, así que llegué solo. El albergue está situadon en un entorno de lujo, en pleno centro de la plaza de la Colegiata, detrás de un museo con un césped deliciioso. Dentro de un pueblecito tan antiguo, y rodeado de tantos turistas con cámaras de fotos, al principio uno queda algo desubicado, y tiene que preguntar por el albergue para descubrir lo que uno tiene delante de sus mismas narices. Como el pueblo es tan bonito, pero tan turístico, sería recomendable no llegar ni sábado ni domingo a una ciudad que pierde su encanto por el exceso de población foránea los días festivos. 

Como he dicho, Santillana del Mar es un pueblecito que exige una visita con tranquilidad. Dejando de lado la colegiata, lo más bonito es dejarse de llevar en esa hora mágica en que los turistas se han escondido, y las calles ya empiezan a tener algo más de tranquilidad.

Claustro de la colegiata.



Merece la pena visitar el pueblo en primavera - verano, donde las flores embellecen los muros.

Un poquito de blanco y negro, y parecemos estar en el pasado.


El albergue tiene un exterior lo suficientemente agradable como para ir a comprarte un poco de pan, chorizo, queso y compartir con los peregrinos una cena trivial con una conversación agradable. Yo hice lo suyo, y luego me acompañé de algunos peregrinos para tomar una cervecita por el pueblo. El grupo no tiene desperdicio: un jerezano saleroso que me encontré en la estación de tren de Boo de Piélagos, un joven ciclista vasco simpatiquísimo, y el más que misterioso "alberguista" fantasma, que ocupaba una de las 12 camas del albergue como un peregrino más , y que roncó desesperadamente toda la noche, para angustia de unas peregrinas húngaras que tenía al lado y que estuvieron moviéndose en el doble filo de suicidarse en el terror de la noche, o asesinarlo cruel y silenciosamente. Nada de eso pasó, y la mañana se levantaría con un sol delicioso.

Mis compañeros peregrinos

3 comentarios:

  1. Te confieso que yo también -por primera y única vez en mi vida peregrina- cogí un transporte (tren) la razón ya la das tu; por cierto yo pernocte en el Albergue (privado) de Boo y decir que altamente recomendado, (encima cerca de la estación de tren), por cierto en esta ultima foto veo a mi buen Amigo, peregrino, Hospitalero y Escritor Jose Almeida

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    1. Pues tienes toda la razón. No sabía a ciencia cierta el nombre del misterioso alberguista roncador, que a la postre ha acabado siendo tu amigo y escritor José Almeida. Un saludo cariñoso para él, con quien compartí una cervecita, y un buen rato!

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    2. Domingo González7 de agosto de 2016, 1:31

      José Almeida, el Hospitalero del albergue de Tábara, provincia de Zamora. Excelente y acogedora persona y buen escritor

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